lunes, 23 de septiembre de 2013

Azul


El verano se escapa por los bordes de la tundra; las hojas empiezan a amarillear, voladoras, en los parques y plazas de su ciudad.
El tiempo adquiere sonido de cajita de música sobre su piel azul, aun sin arrugas.
Ella camina por el paseo marítimo, como siempre, sin ver a nadie; parece ida pero, en realidad, nada en su acuario personal; siempre ha tenido la cabeza en la pecera, yelmo y escafandra, universo y coraza.
Camina como si no hubiese nadie más sobre la faz de la tierra, consciente de todo lo que queda por hacer y de lo mucho hecho, de todo lo recorrido hasta llegar a ese preciso instante; de todo y de todos.
Se detiene. Mira al horizonte. Sonríe con su sonrisa azul.
Ser tan diferente a la mayoría de la gente es lo que la hace la más humana de todos los de su especie.

El verano se escapa y el viento mece su pelo viejo, que empieza a blanquear, perdido ya su lustre.
Ella nunca dejó de ser pequeña, fantasiosa, terca y azul. Nunca esperó a un príncipe azul, nunca se creyó los estúpidos cuentos que contaban en la tele. Para qué iba a querer un príncipe azul si ya es azul su pelaje, su lengua, sus uñas, su alma.
Nunca quiso ser princesa y nunca lo fue.
Porque ella es Ella.
La reina azul.

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